Montañas y
serranías, quebradas y lozanías; sonrisas tiernas de las crías. Polvaredas y
urbanidades unidas sin edades en manifestación la mujer no es un objeto tiene
derecho de elección.
En los cinco
continentes sin ninguna distinción la mujer pide justicia valga la revolución.
Somos las
herederas de las insignes obreras, efervescente instinto de sublevación. Somos las nietas de las campesinas, manos
curtidas que trabajan de sol a sol.
Venas de
proletarias, espalda cansada, lucha y valor.
Mujeres en
revuelta denunciando inequidad. No es tan solo una afrenta se llama
invisibilidad.
Desde la sombra
de los tiempos las ancestras más arrechas encausaron la acusación: nuestro
vientre se respeta no es agencia de adopción.
Exigencias
laborales: misma hora y mismo pago que también los pies se cansan no son finos
son humanos.
Tantos nombres,
tantas vidas, tantas luchas reprimidas, somos la diversidad, una fuerza, muchas
voces, proclamando libertad.
Nuestras manos
hermanadas no conocen de fronteras, son los vientos de las luchas nuestras
penas más complejas.
Autonomía en
nuestro cuerpo y derecho laboral, no queremos más violencia ninguna otra
transgresión, no somos carne fresca para el sistema opresor.
Aquí estamos los
retoños de las cenizas en las calles, pensaron que incineradas no contarían los
detalles, respiramos su coraje, aplaudimos su razón, valentía de mujeres
denunciando vejación.
¡Insurrectas!
¡Clandestinas! Obreras en la alcantarilla, proletarias en la urbanidad,
campesinas en el campo, todas son declaración. Ningún patrón de maña añeja
nutrida por el sistema patriarcal, machista
y misógino nos podrá amedrentar: respiramos, resistimos, denunciamos,
combatimos, exigimos, compartimos,
razonamos, actuamos, proyectamos, transformamos. Construimos desde la inequidad, somos raíz de
encino rojo, brasa viva, herederas que
no esquivan.
Conmemorando a
las ancestras de las diversas luchas, no hay frontera, no hay idioma, color ni
religión que se interponga en nuestra revolución, no es la de apropiarnos de
ninguna otra nación, de asaltar pueblos lozanos y matarlos a traición, la de
organizar revueltas al servicio del fascismo, que despotriquen los que quieren
lo nuestro no es alevosía ni conspiración; nuestra lucha es digna y nutrida con amor: amor por la equidad,
justicia, por nuestros derechos, por el respeto, amor por la humanidad.
Por las ancestras y las crías, por las aparentemente ausentes siempre latentes, por
las desaparecidas, las que dieron la vida. A ellas nuestras luchas, nuestra
redención, nuestro respeto y nuestra revolución. Honramos sus memorias, sus
voces y su sublevación, aquí estamos las herederas: campesinas, proletarias,
obreras. No renunciamos, resistimos, avanzamos, construimos en solidaridad,
nuestras manos en denuncia, nuestro corazón apasionado, nuestra voz que es
torrencial, verde en las llanuras, adoquín en urbanidad, belleza femenina que
no sabe traicionar.
Nota: dedico
estas letras a las ancestras y crías: campesinas, obreras, proletarias, mi
raíz, mi antes y después, mi norte y mi sur. Y con todo mi amor a las que
trabajan en los surcos de las fincas del patrón, un día esos surcos también se
revelarán aunque mis ojos ya no vean. Será entonces la revolución femenina que
libere a las parias más excluidas de la inadvertencia social, racial y laboral.
A ustedes mi letra y mi amor: ¡siempre! ¡Siempre!
Adjunto el audio por si desean escucharlo:
Ilka Oliva
Corado.
Marzo 04 de
2014.
Estados Unidos.
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