“Seguimos orando por ustedes ” dice esa
parte de la sociedad que encuentra en la fe el pretexto perfecto para curar la
angustia cuando es ajena o más bien para
sentir que está haciendo algo por los demás y no cargar con el peso de la
culpa, es decir la indiferencia.
Con lo acontecido en el mercado La
Terminal mucho se ha dicho poco se ha
hecho, típico de Guatemala, nuestra tan vapuleada idiosincrasia.
Éstas letras no tratan de la pérdida en
ese mercado, ni del dolor de las personas que vieron convertirse en cenizas lo
único que tenían para sobrevivir, mi letra de hoy trata de la peste que somos
como sociedad.
Culpamos a otros siempre, evadimos
responsabilidad y juramos ser buenas y buenos guatemaltecos solo porque no
tomamos un arma y vamos a asaltar a cualquier
que se nos atraviese en el camino , cuando lo cierto es que somos un
lastre por donde quiera que nos miren o nos miremos. Intentamos ocultarlo todo
el tiempo con nuestra doble moral.
Y un claro ejemplo es la situación
perenne de los bomberos, cierto es que
los gobiernos que hemos tenido han sido una
boñiga, ni hablar del actual que tiene sangre en las manos, pero ese es
tema aparte hoy hablo de nosotros, de nosotras.
Las y los bomberos son héroes todos los
días pero con la desgracia del incendio en el mercado la vida les dio la
oportunidad de ser percibidos y
elogiados, hipócritamente alabados. Son
personas que arriesgan sus vidas las veinticuatro horas del día, todos los días
del año lo de ayer para ellos fue un día de gajes del oficio. Todos los días
apagan incendios sin tener agua al alcance, salvan vidas en accidentes automovilísticos sin tener el recurso material.
Cuando un alud aparece son ellos los que
se lanzan al rescate de sobrevivientes y de los cuerpos. Cuando hay balaceras son ellos los que asisten a los
heridos. Ellas y ellos van y vienen y somos incapaces de percibirlos porque el
derecho de nuestra nariz no nos lo permite, porque somos azadones.
¿Buscaba héroes? ¿Heroínas? Pues ahí
están y son de carne y hueso, deje de estar alabando deportistas mediocres que
son parte de la industria del
entretenimiento sobornado. Cómprese una playera que diga “bombero,
bombera” si no existe pues mándele a
hacer y si quiere póngale nombre así como venden las de los equipos de liga
internacional. Bombero voluntario. Bombera Municipal. Y sienta el orgullo de
tener heroínas y héroes que son parte del cambio.
Como toda bulla que se termina al tercer
día –como la goma- la alharaca por alabar
la labor que realizaron las y los bomberos en el incendio del mercado La
Terminal ya está agonizando, será
ceniza como los mismos escombros del mercado. Volveremos a nuestra realidad tan
parca y desabrida, tan pútrida y
ensimismada y con ella el anonimato de los bomberos habidos y por haber.
Como la vida es un aprendizaje constante
no dejemos pasar las lecciones sin haber aprendido de éstas, ojalá que de ahora
en adelante cuando miremos una o un bombero pidiendo colaboración monetaria en
un semáforo no les tiremos el carro, la moto o la camioneta encima y todavía
con tal descaro y prepotencia los
insultemos por estarnos quitándonos el
tiempo.
Ojalá que cuando vayan esas ambulancias
pidiendo espacio en la carretera porque llevan una emergencia les dejemos la
vía libre para que transiten, en lugar
de hacer lo de siempre. Lo de siempre que no necesita nombre porque ya tiene
muchos.
Cuando vea una o un bombero extiéndale la
mano y dígale que agradece su entrega y su conciencia –la que usted no tiene-
que se siente una persona honrada de poder estrechar su mano. Mínimo haga eso.
Y si la conciencia le da deje de
comprarse una hamburguesa y done ese dinero para que ellas y ellos puedan tener
los recursos materiales para velar por usted y por quien necesite de primeros
auxilios.
Empecemos por el principio y
démosles las gracias por arriesgar sus
vidas para salvar la de otros.
Atrevámonos a reconocer que en Guatemala hay héroes y heroínas y no precisamente salen en televisión.
Después del principio hay otras medidas
que serían de beneficio - en todos los
ámbitos habidos y por haber- si tuviéramos la capacidad de reacción, memoria,
dignidad, decencia, sed de justicia y el
brío pero hablar de eso es gastar pólvora en sanates.
Ilka Oliva Corado.
Marzo 25 de 2014.
Estados Unidos.
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