LOS AMIGOS
DEL LIC. ALFONSO BAUER PAÍZ
Atentamente exhortamos a la población en general y a los amigos en particular, a hacer efectiva una ayuda financiera hacia tan distinguido ciudadano guatemalteco, dirigente histórico de la Revolución de Octubre de 1944, para formar un fondo que evite las preocupaciones tanto a Poncho como a su familia, ya que como es sabido, pasa por momentos difíciles de salud, desde hace unos días.
La colaboración puede hacerse llegar a la cuenta de ahorro 4-276-00685-1 de Banrural, a nombre de su esposa, la Licenciada Miriam del Rosario Colón Arriaga.
Agradecemos infinitamente su colaboración.
Guatemala, abril del 2011
ENTREVISTA PUBLICADA EN EL PERIODICO EL 2-11-2008
por Óscar F. Herrera
Alfonso Bauer: “Espero que mi manera de haber actuado pudiera serle útil a alguien”
La vida de un hombre que se ganó un boleto en la vida política del país, a sus 90 años sigue su rutina de ejercicios y aportes intelectuales a la sociedad.
En la biblioteca de su residencia. Bauer Paiz asiste a la Facultad de Economía de la Universidad de San Carlos a realizar ensayos.
“Vi a un muchacho con la playera del “Che” Guevara. Cuando le pregunté quién era Juan José Arévalo dijo: ¿Y él quién era?”.
- Alfonso Bauer
Es una historia viviente. Con voz fuerte y semblante noble accede a una entrevista que no buscaba tocar los aspectos ideológicos de su vida, sino saber qué hace Alfonso Bauer Paiz en la actualidad. Sin embargo, un hombre que ha interpuesto sus ideales entre él y su familia, no puede dejar de referirse a lo que fue y sigue siendo su vida.
A sus 90 años, su rutina empieza a las 4:00 horas y su primer actividad consiste en media hora de gimnasia. Los lunes, miércoles y viernes sale a las 7:00 horas hacia la ciudad universitaria, donde trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Facultad de Economía. Ahí hace ensayos y estudios para el boletín, así como para la revista económica.
Desde que volvió de México, donde sirvió a los refugiados del conflicto armado, dice que dejó de manejar automóvil, ya que se “aterrorizó” por el desorden y la falta de respeto de los automovilistas, y ahora su esposa, Miriam, 25 años menor, lo acompaña al volante de su vehículo.
Antes, luego de la gimnasia, nadaba durante media hora, pero debió cambiar de horario para no enfermarse de los bronquios. Ahora nada diariamente, pero a medio día, en la piscina de la ciudad universitaria y otras veces en la Piscina Olímpica.
Trabajó durante los dos gobiernos revolucionarios, de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz Guzmán. Creó los tribunales de trabajo y estuvo en el exilio en dos ocasiones.
¿Cómo está su salud, don Alfonso?
– Pues bien. hace algunos años padecí de una isquemia transitoria que me provocaba poco flujo de sangre al cerebro, pero fui tratado y me mantengo en control. Debí reducir la dosis por lo caro que me salen los medicamentos, y los doctores me dijeron que podía hacerlo. El único problema que tengo es la pérdida de la memoria inmediata, pero me dicen que es normal a mi edad.
¿Aún se ve con sus amigos de la infancia?
– Tuve un grupo de amigos entrañables. Aún me reúno con cuatro de ellos una vez al mes. El cardiólogo Jorge Fernández Mendía, Antonio Mesa, el ex periodista Jorge Amado Chacón, Juan Mateu Coloma y Rafael Florido Granda. Todos somos de 90 años, nos reunimos a cenar en cualquiera de las casas.
¿Qué es lo que más recuerda de su niñez?
– Mi padre nos puso en el colegio Alemán, pero luego notó que nos discriminaban porque éramos morenos. Todos mis amigos eran de la clase alta. Incluso, un mi compañero a quien yo envidiaba, que es ese gran arquitecto, Roberto Aycinena. En ese tiempo habían corridas de toros, y los domingos, en cuanto llegaba al colegio, él se ponía a dibujar lo que había visto. Ya ve que llegó a ser un gran artista.
¿Qué recuerda de su madurez?
– De hombre maduro creo haber cobrado experiencia sobre cómo debe ser quien se dedica a la política y al Estado. Aunque reconozco que tengo bastante de utópico. Me empeño en acciones que todo el mundo las considera imposibles de realizar. Pero yo siempre parto de este principio. Quién pensaba que podría caer Estrada Cabrera que estuvo 22 años en el poder, pero cayó. Al igual que Ubico.
¿Qué aconseja a las actuales generaciones?
– Veo los cambios que ha sufrido Guatemala y los comparo con el retroceso desde 1954. Y aconsejo precisamente que conozcan la historia de Guatemala. He sabido que no están enseñando la historia. Cuando yo era secretario de la ANN, aquí, enfrente de mi casa, vi a un muchacho con una playera del Ché Guevara, y cuando le pregunté quién era Juan José Arévalo me respondió… y él quién era?
Por qué no aceptó la Orden del Quetzal del actual gobierno y sí recibió reconocimientos de la Secretaría de la Paz de la anterior administración?
– Es que la cosa es bien distinta. He descubierto que de las entidades creadas en esta época, la Secretaría de la Paz viene siendo una especie de excepción, porque las pocas veces que yo he tenido que concurrir ahí, por ser un ciudadano cualquiera, he recibido atención inmediata.
La mayor parte son mujeres indígenas capaces. Yo juzgo como se comportan ellos y no por lo que me van a dar a mí. Si este gobierno fuera verdaderamente Social Demócrata yo estaría con él.
Los comentarios a la nota de su rechazo a la Orden del Quetzal, en su mayoría fueron para felicitarlo. ¿Qué opina?
– Yo parto de este principio. Toda la vida he sostenido que la política no debe ser ajena a la ética. Soy completamente antimaquiavélico. Lennin dijo: “acaso no en la familia nos exigen que nos mantengamos con moralidad”, y cuántos miembros tiene una familia, si mucho 50, entonces, ¿Cómo a funcionarios del Estado que influyen sobre millones de seres humanos no se les va a exigir que actúen con ética?.
¿Qué le gustaría a usted que pasara después de su muerte?
– Yo, ya muerto, ya no me importa nada. Lo único es que, así como yo mismo admiro a guatemaltecos de otra época, eso sería lo único que yo esperaría. Que mi manera de actuar pudiera serle útil a alguien. Porque los reconocimientos los he tenido en la vida. Yo rechacé la Orden del Quetzal, pero ese mismo día me imponían los sindicatos de Guatemala una condecoración.