Unificar fuerzas sociales
Atrás de todo está la
oligarquía que se ha apropiado del país.
Miguel Ángel Albizures
Un leño solo no arde, reza el refrán popular, pero pareciera que no entendemos que solos no vamos a ningún lado y que poco a poco las organizaciones sociales están siendo diezmadas o debilitadas, los dirigentes campesinos, comunitarios, sindicales o estudiantiles que ejercen su derecho ciudadano de petición, protesta y resistencia contra los desmanes de las autoridades, los desalojos violentos y la entrega de recursos naturales a las grandes transnacionales, son descaradamente amenazados, cuentan con o se les giran órdenes de captura, o han sido asesinados sin que se den protestas unificadas y contundentes del movimiento social.
Un leño solo no arde, reza el refrán popular, pero pareciera que no entendemos que solos no vamos a ningún lado y que poco a poco las organizaciones sociales están siendo diezmadas o debilitadas, los dirigentes campesinos, comunitarios, sindicales o estudiantiles que ejercen su derecho ciudadano de petición, protesta y resistencia contra los desmanes de las autoridades, los desalojos violentos y la entrega de recursos naturales a las grandes transnacionales, son descaradamente amenazados, cuentan con o se les giran órdenes de captura, o han sido asesinados sin que se den protestas unificadas y contundentes del movimiento social.
Hay una política clara de deslegitimación de las luchas, de los
dirigentes y de las organizaciones y cada vez más, como antaño, se cierran los
espacios políticos de participación y expresión, se desbaratan las pocas
instituciones creadas para el logro de la paz y resolución de conflictos, con
el objetivo de imponer a la fuerza, un modelo de desarrollo bestial que atenta
contra territorios legítimos de las comunidades, contra el medio ambiente y la
vida de seres humanos sin tomar en cuenta la opinión y consultas comunitarias
que se realizan, compromiso internacional que irrespeta el Gobierno. Atrás de
todo está la oligarquía que se ha apropiado del país y los intereses del
capital extranjero que irrespeta las leyes laborales y los derechos de los
trabajadores.
En medio de todo esto se crea un clima de terror para que nadie se
sienta seguro y se levantan rumores y se tienden cortinas de humo ante
asesinatos o amenazas de connotadas personalidades, mientras el Gobierno
central minimiza los hechos de violencia que están a la vista de la población y
que los sicarios realizan con toda tranquilidad y en las narices mismas de las
fuerzas de seguridad, penetradas hasta el tuétano por el crimen organizado.
No hay espacio para relatar, en un solo comentario, lo que está
aconteciendo y el peligro que se cierne sobre todas las organizaciones
sociales, pero tiempo es ya de empezar una discusión seria entre los cuadros
medios y la dirigencia para trazar tácticas y estrategias que tiendan a
mantener, abrir y hacer respetar los espacios democráticos de expresión, lo
cual solo es posible unificando fuerzas y no dejándose vencer por el terror
impuesto y las constantes advertencias de “no permitiremos, no toleraremos, no
aceptaremos” que en otras palabras quiere decir vamos a reprimir, vamos a
disolver o vamos a procesar, porque según ellos, quienes defienden derechos son
delincuentes, terroristas, subversivos, desestabilizadores.