Por: Ollantay Itzamná
La estigmatización y criminalización de la protesta social,
por parte de la élite político empresarial tradicional y emergente, fue y es
una constante tan antigua como la Colonia y la condición de la colonialidad subsistente
en Guatemala.
Durante la Colonia, el único indio bueno era el indio
muerto. Durante la República, el indio permitido (obediente y bien portado) era
el único con posibilidad de sobrevivir como combustible para mantener la
estructura de la economía nacional.
Fue la República colonial que fabricó y saturó a Guatemala
de indígenas y campesinos despojados y deshabitados, presencias incómodos para
las élites y para buena parte la clase media colonizada.
En este contexto surge el movimiento social indígena
campesino denominado Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), creado por
indígenas casi analfabetos, en 1992, en la Costa Sur de Guatemala, actual
prisión verde implantada por las plantaciones de monocultivos.
En los últimos años, este movimiento social creció
proporcional al dolor ocasionado por el sistema neoliberal en las comunidades y
territorios indígenas del país. Al grado de convertirse, en la actualidad, en
la mayor fuerza sociopolítica rural con presencia articulada en más de mil
comunidades rurales organizadas en resistencia, en 20 de los 22 departamentos
del país.
Tiene como estrategia elemental: organizar, concientizar,
movilizar y forjar el poder local para la liberación de los pueblos.
Su táctica
es la hormigas: acciones colectivas multitudinarias, simultáneas, asamblearias.
Su nido continúa siendo el área rural. Aunque por su visión política, su
incursión en las ciudades es cada vez más persistente.
Esta organización que nació marginal para la retórica de
cientistas sociales, tanto de la derecha como de la izquierda neoliberal, en la
actualidad se ha convertido, a puro pulmón, en un actor sociopolítico
importante en el país. No por los “trajes típicos” o folclóricos discursos para
captar la atención mediática y/o fondos de cooperación, sino producto de su
perseverante lucha movilizada. Y últimamente por su propuesta amplia e
incluyente de cambios estructurales para esta Guatemala (en creciente
descomposición social violenta) que no encuentra luces de ninguna parte.
Este movimiento de desobedientes que “desalambran la finca
patronal”, plantea la renacionalización de todos los bienes y servicios
saqueados/acumulados por las empresas transnacionales (comenzando del servicio
de la electricidad).
Propone la creación de un Estado Plurinacional (con autonomías
territoriales indígenas) con la participación de todos los pueblos y sectores,
y así superar el intento fallido de la construcción del aparente Estado
Mestizo, que por cerca de 200 años trajo más desgracias que beneficios para
Guatemala.
El método o camino que emprenden estas comunidades para
alcanzar estos objetivos es el proceso de una asamblea constituyente popular y
plurinacional ascendente (de abajo hacia arriba, del campo hacia las ciudades)
para consensuar una Constitución Política Plurinacional.
Con esta idea/contenidos organizan, concientizan, movilizan
y construyen los poderes locales en y desde sus diferentes comunidades del
interior del país.
Hacen su propio camino. No siguen ningún libreto, ni
cartillas elaboradas fuera. Son transgresores permanentes y cotidianos del
sistema capitalista y de la cooperación tradicional. Incomprendidos aún por las
categorías o mapas mentales de analistas o intelectuales “bien pensantes”.
De allí quizás proviene el repudio y la recargada
desacreditación mediática que propagan los medios de (des) información
tradicional y emergente, y el silencio cómplice de la izquierda neoliberal y/o
profesional ante la estigmatización, persecución, criminalización y selectivos
asesinatos que soportan los defensores/as comunitarias organizadas en CODECA.
Dos de sus principales defensores (uno de ellos fundador y
coordinador nacional) fueron secuestrados por criminales de la empresa
eléctrica ENERGUATE, luego encarcelados (sin ninguna orden judicial) y
enjuiciados arbitrariamente. Incluso la ONU, en abril pasado, por este caso,
recomendó al Estado de Guatemala el resarcimiento y garantías de no repetición
para los “detenidos ilegalmente”, pero la difamación y criminalización continuó
y continúa.
Es en este contexto que se debe leer e interpretar el último
paro nacional movilizado realizado en 20 de las 22 ciudades principales del
país, el pasado 26 de octubre, por CODECA. Una acción colectiva, simultánea,
autofinanciada, autoorganizada, multitudinaria, y políticamente bien definida
que dejó perplejos a propios y extraños por su impacto y la desacertada
respuesta de la prensa racista empresarial y del aparato estatal.
CODECA no va por reformas al Estado, o para restablecer la
paz social del sistema neoliberal. CODECA va por transformaciones estructurales
profundas y trascendentales, desde lo cotidiano/local hacia lo nacional. Sin
fronteras, ni limitaciones de ningún tipo. Esta aspiración es lo que hace que
este movimiento sociopolítico se expanda social y territorialmente, incluso por
encima de la guerra mediática desigual que libra.
La Radio del Sur
Publicado en 27 octubre, 2016 por Norellys Alastre
https://laradiodelsur.com.ve/2016/10/27/por-que-crece-el-movimiento-indigena-campesino-codeca-en-guatemala-opinion/