Por: Factor Méndez
“El Gobierno de Guatemala ha denunciado repetidamente ante las Naciones Unidas la campaña sistemática de difamación que intereses extranjeros unidos al feudalismo criollo han desatado contra esa República, lo mismo que toda la serie de actos subversivos encaminados a destruir las conquistas sociales de la revolución guatemalteca, así como las innumerables amenazas que han culminado con la más reciente campaña en favor de la intervención unilateral o colectiva para derrocar al régimen democrático de Guatemala”.
(Guillermo Toriello Garrido. Ministro de Relaciones Exteriores. Fragmento discurso ante X Conferencia de la Organización de Estados Americanos OEA. Caracas, Venezuela. 05/03/1954.)
Invasión mercenaria. No cabe ninguna duda del signo mercenario de la invasión armada a Guatemala que hace 70 años, el 27 de junio de 1954, provocó la renuncia del presidente constitucional Jacobo Árbenz, ese acto interrumpió el programa revolucionario impulsado por la primavera democrática, impidió el fortalecimiento de la democracia e inició el período regresivo del país y de la población. Tres meses antes de que ocurriera esa funesta acción mercenaria subversiva, Toriello, el Canciller de la dignidad, hizo la denuncia ante la X Conferencia Interamericana.
Actores exógenos y endógenos. Para ejecutar la invasión y por petición de la compañía frutera norteamericana la United Fruit Company (UFCO), el Gobierno estadounidense, el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (CÍA por sus siglas en inglés), elaboraron un plan para acabar con el Gobierno revolucionario guatemalteco. Oficiales y agentes de la CÍA entrenaron a mercenarios, organizaron y dirigieron operaciones militares contrarrevolucionarias, actividades encubiertas, coordinaron apoyo logístico con dictaduras afines de la región latinoamericana, encabezaron la invasión, impusieron a un coronel pelele que usurpó la presidencia, estrecharon vínculo con las élites locales depredadoras y con catervas de siervos ultraconservadores, fundamentalistas. Esta es la fuente de la regresión democrática, la crisis económica, política y social que hasta ahora sobrelleva la población guatemalteca.
El trasfondo de los intereses capitalistas y los hermanos Allen y John Foster Dulles. Los principales conspiradores, ambos accionistas de la UFCO. John dirigía el Departamento de Estado y Allen era el director de la CÍA. El tercer actor fue el embajador estadounidense en Guatemala, John Emil Peurifoy encargado de coordinar acciones con la CÍA y los dictadores de la región, quienes apoyaron el plan sedicioso contra el Gobierno constitucional y democrático guatemalteco, Anastasio Somoza García en Nicaragua, Tiburcio Carías Andino de Honduras, el dominicano Rafael Leónidas Trujillo y el de Venezuela Marcos Pérez Jiménez.
El sulfato. Del que poco se sabe, nada se habla y nadie quiere recordar. Por cierto, no se relaciona con sales medicinales para aliviar el mal de estómago o purgante. Me refiero al único avión de combate un Mustang P-51D, perteneciente a la Fuerza Aérea estadounidense que era pilotado por el mercenario norteamericano Jerry Delarm, utilizado por los invasores para bombardear la ciudad, ametrallar objetivos militares y sembrar el terror entre la población. Cuando aparecía el sulfato sobrevolando la ciudad, cundía el miedo y todo mundo buscaba refugio, sea en la vía pública, iglesias o en los hogares para protegerse de un eventual ataque. Quizá en algunos el susto provocaba otros efectos, por eso el ingenio popular lo bautizó como “el sulfato”. Haga usted su propia deducción.
El coronel Dell Toedt, veterano de la guerra de Corea, refiriéndose al mercenario Delarm, a quien conoció en Guatemala, escribió en 2023: “El mundo de los soldados de fortuna rara vez se adhiere a principios de caballerosidad u honor”. (Ver: https://www.laahs.com/ferry-pilot-stangs-central-america/).